Un homenaje magistral a Marcel Proust y al poder liberador de laliteratura. Mientras se encuentra inmersa en la escritura del prólogopara una antologÃa de artÃculos sobre Marcel Proust, Laure Murat topacon una escena de Downton Abbey en la que un mayordomo pone la mesamidiendo la distancia entre cubiertos con ayuda de una regla. Estadiminuta ceremonia, ejecutada con solemnidad sacramental, evoca enMurat, desde lo más recóndito de su memoria, una figura arcaica: laspuras «formas vacÃas» que rigen el entorno aristocrático; el principio sobre el que se equilibra toda una casta, su casta. Porque lo queMurat reconoce en esa atención a las cosas inútiles es, a su pesar,una parte de sà misma, descendiente al mismo tiempo de los Luynes y de los Murat, dos célebres y centenarias dinastÃas francesas.A raÃz deesta pequeña epifanÃa, y guiada por la fascinación que despertó en sujuventud la lectura deáEn busca del tiempo perdido, acabaráemprendiendo una revisión de su propio y muy proustiano pasado que lallevará, a su vez, a explorar la vida y obra de Proust a través de una historia y un ParÃs que no le son nada ajenos: