Rita seguía con esa confianza en sí misma que yo decía odiar paraocultar mi envidia. ¡Qué ganas tenía de que se le bajasen un poquitolos humos! Pero ya sabéis que hay que tener cuidado con lo que sedesea y tal.áPorque, cuando don Faustino nos envió al terriblemonstruo, a Rita se le bajaron los humos, pero el susto que nosllevamos los demás#áQue todo mal, vaya. Para variar.á