En 1572, para superar una crisis de melancolía tras la muerte de supadre, Montaigne se retiró al castillo familiar con el fin dededicarse al ocio, la lectura y la reflexión. Allí, en la torre de labiblioteca en cuyas vigas de madera hizo grabar sentencias latinas ygriegas, escribió sobre temas tan diversos como los caballos de guerra y los caníbales, padres e hijos, la conciencia y la cobardía, lapoesía y la política, el sexo y la religión, el amor y la amistad, eléxtasis y la experiencia, la tortura y la justicia, el destino y larealidad, los duelos y la brujería, la soledad y la muerte. Pero,sobre todo, Montaigne se estudió a sí mismo, como una manera derevelar su naturaleza interior. Pretende que se lo vea «en mi manerade ser simple, natural y ordinaria, sin afectación ni artificio:porque es a mí mismo a quien pinto».El más clásico de los modernos yel más moderno de los clásicos, Michel de Montaigne (1533-1592),humanista, escéptico y agudo observador de sí mismo y de los demás,fue el creador de un género. En esta edición por Mauro Armiño,Montaigne nos advierte desde el principio que no se ha fijado ningún