Una pregunta se le impuso a Compagnon mientras preparaba su últimocurso en el Collège de France: ¿cómo culminar una vida consagrada a la escritura? De Montaigne a Barthes, la literatura se ha ocupado de lamuerte al abordar temas como el duelo y la melancolía, pero la obratardía de los escritores ha suscitado menos interés que el estilo devejez de pintores y músicos, más afectado por el declive de lossentidos. Estos ensayos constituyen, pues, una meditación sobre elrelato final de la existencia, pero también sobre lo sublime, lasultima verba, el canto del cisne, las segundas oportunidades y elpoeta eterno, para reunir un valiosísimo compendio de las inestimables perspectivas que los textos nos ofrecen. Y al final de su camino, elautor nos lega lo que una vida de ávida y agudísima lectura le harevelado. La literatura, ese «diálogo inconcluso» que vuelve sobre si´ mismo una y otra vez en busca del «libro por venir», describe uncírculo perfecto: los escritores mueren, pero la escritura esinterminable. Como sostuvo Blanchot citando a Von Hofmannsthal, que asu vez citaba a Rumi, «quien conoce el poder del círculo