Una bella, emotiva y comprometida reivindicaciónáde la oscuridad comoun espacio de libertad, resistencia, conocimiento y transgresión. Ennuestra cultura, tendemos a relacionar la oscuridad con el mal, elmiedo, la ignorancia y la barbarie, pero en ocasiones puede ser unrefugio acogedor. Sucede con las salas de cine, santuarios en los quese forjan mitos, deseos e ideales, templos del placer en cuya nocheartificial podemos liberar nuestras emociones reprimidas y buscarrespuestas que rara vez encontramos en la luz del día. En nuestropresente de pantallas múltiples, este libro reivindica – sinnostalgia ni resignación– los cines en los que losespectadores comparten esperanzas y angustias, sueños y pesadillas. La oscuridad de estas salas es iluminadora.