Como una aparición fulgurante, los cuentos de un desconocido, AndrésCarranque de Ríos brillaron con luz propia en el panorama de laliteratura de protesta de la preguerra española. Aparecidos entre losaños 1923 y 1924, supusieron el inicio de una brillante carrera queduró poco. Escasos en número, los cuentos, para Carranque, además dela facilidad de su publicación, le aportaban la posibilidad depresentar, en aisladas pinceladas el conjunto de su pensamiento, poreso en sus novelas están sus cuentos, como en los cuentos están loscapítulos de sus novelas. Cuentos casi con moraleja. La vulgaridad deuna existencia, el hastío de un día de trabajo, la pequeñísimafelicidad de pobres gentes que, como en las novelas de Dostoievsky,forman el fondo de todas estas narraciones. A estos mínimosargumentos, Carranque los rodea de un costumbrismo contemporáneo quetiene su origen en la realidad vivida, en sus recuerdos de cárcel, detrabajo, de desilusiones. Párrafos de amargura, pero abiertos a unatímida esperanza. Don Pío Baroja, que lo conoció y escribió un prólogo para su primera novela Uno, debió asombrarse al reencontrarse