¿Qué quieres que haga respondió el tío, si vivo en un mundo de tontos como este? ¡Felices Pascuas!... ¡Fuera de eso! ¿Qué significan para ti las Navidades sino la época en que tienes que pagar facturas sin tener dinero; el momento en que vas a encontrarte con un año más y sin ninguna hora de riqueza; el instante en que has de cerrar tus libros y ver que todas las
partidas de los doce meses transcurridos son negativas? Si yo pudiera hacer mi voluntad continuó Scrooge, indignado, a todos los idiotas que ponen en sus labios eso de Felices Pascuas los cocería en su propia salsa y los enterraría con una vara de acero atravesándoles el corazón. ¡Ya lo creo!
Quien así habla es el universal personaje que Dickens creó para esta inolvidable fábula, el egoísta e infeliz Scrooge. En esta ficción, pieza fundamental de la historia de la literatura,
el autor de Grandes esperanzas y Oliver Twist nos
ofrece un magistral ejercicio literario, de contundente expresividad y preciso estilo, y que con una extraordinaria estuctura va desgranando la aventura vital y existencial del desdichado y cínico protagonista al que visitan tres espectros que le muestran lo que realmente merece la pena de esto que llamamos vida. Es, por lo tanto, este libro, una lúcida metáfora sobre la época navideña, sobre el amor y sobre la condición humana, un elogio a la vida, una alegoría
sobre la redención, y una canción delicada, profunda y
absolutamente imprescindible.
